Luego de perfeccionar las
técnicas de auto complacencia o masturbación como quieran llamarle; conseguí mi
primer orgasmo y decidí que era el momento de pasar al siguiente nivel. Tenía
claro que Steve Daniels jamás me tocaría por su propia voluntad; por lo que
tendría que sonsacarlo. Era algo que debía planear con cuidado y pretendía
disfrutarlo al máximo por lo tanto mi virginidad debía desaparecer.
Me gustaban otros chicos de mi
edad y un poco mayores; pero ninguno como Steve; aun así me gustaban lo
suficiente como para encomendarles esta importante tarea. Por desgracia era muy
joven e intimar con alguien menor de edad era un delito severamente castigado
de hacerse público; factor con el que contaba pero que en ese momento
dificultaba mis intereses. Hice una lista de posibles prospectos y fui
descartándolos conforme a su reputación. Recuerden que mi imagen pública debía
permanecer intacta por lo que el elegido debía guardar el secreto y no
delatarme con sus amigos. En el momento menos esperado vino a mí el indicado.
Un chico de 17 años, casi nerd, muy guapo y considerado de nombre Samuel; su
padre consiguió un ascenso y debían mudarse a una ciudad vecina dentro de poco. Yo le gustaba pero
mi edad era un problema que no pasaría fácilmente por alto; considerando que era
el hermano mayor de una amiga contemporánea. Más no tenía tiempo que perder así
que ataque con todo.
Me las ingenie para ser invitada a su casa a pasar el fin de
semana y de paso estudiar con su hermana y puse en práctica lo que había aprendido
hasta el momento. No a todos los hombres les gusta lo obvio; hay quienes
prefieren tener el control, seducir y no ser seducidos y las mujeres seguras de
sí misma y de su sexualidad los
espantan…Samuel era uno de ellos, según me contó Silvia; su hermano tenía cierta
experiencia tras haberse involucrado con una viuda a la que le realizaba los
mandados. Relacion que su madre se encargo de cortar de tajo en cuanto lo descubrio. Eso era suficiente para mí. Luego de ducharme y sin secarme me puse
una bata larga y amplia que no demarcaba mi figura pero que al ser tocada por
el viento se adhería a mi cuerpo haciendo evidente que no llevaba ropa interior
debajo. Ya acomodada en el jardín, le pedí ayudarnos a Silvia y a mí a
trasladar nuestro trabajo del papel a una presentación en Power Point. El se mostró muy colaborador y yo aproveche
que Silvia fue por algo de comer para soltarme el cabello y masajear mi cuello
como si me doliera. La brisa nos golpeo con fuerza y la batola se pego a mi
cuerpo resaltando mis endurecidos pezones. Samuel se quedo mirándome algo
indeciso mientras yo no apartaba la vista de la pantalla del computador, sin
dejar de sobar mi cuello y como si no lo hubiese notado. Escuche como respiro
hondo y trago saliva; antes de continuar con lo que hacía. Al poco rato gotas de
agua se desprendieron de mi cuerpo y cayeron sobre el teclado.
¿Tienes
calor? Me pregunto con cierto interès.
Estoy
mojada. Respondí sutilmente como si desconociera la implicación tras esa
frase.
Samuel sonrió y yo me quede impávida. Silvia
regreso con el refrigerio y todo continuo como si nada. Cuando al fin terminamos el
trabajo, nos contamos historias divertidas, reímos e indagamos más uno del
otro. Dijo tener problemas con su novia, ella no entendía por que debía
marcharse con su padre estando próximo a terminar la secundaria; e ingresar a la
universidad. No parecía apoyarlo y eso lo había desconcertado. Pidió mi opinión
y le asegure que si bien yo tampoco estaría de acuerdo con separarme del hombre
que amaba…haría todo lo que fuera
necesario para que sus últimos días a mi lado; le resultaran inolvidables. Se
sonrojo y me sonrió con cierta malicia. Sin embargo la duda en sus ojos
confirmaba que aun me veía como una niña, algo que tendría que cambiar si quería
ganar.
Pasaban de la 11 de la noche cuando escuche a
Samuel salir de su cuarto y bajar a la cocina. Con sigilo abandone mi
habitación y fui hacia la piscina. Me quite la bata, la arroje al agua e
ingrese desnuda a la piscina. Lance una pequeña piedra sobre la ventana de la
cocina y vi su sombra dirigirse hasta ella. Nade hacia el costado de la piscina y
abandone el agua, di varios pasos mirando a mi alrededor dando a entender que había
olvidado traer una toalla. Me cubrí con los brazos y camine con precaución
hacia la puerta de la cocina. Samuel la abrió de golpe y me detuve en
seco. Me recorrió con la mirada de arriba hacia abajo expulsando fuego por sus ojos; mientras se quitaba la camiseta.
Estaba ardiendo. Dije como una
disculpa.
Igual
yo. Me respondió y se abalanzo sobre mí.
El beso se hizo intenso y más sucio a la vez que
sus manos recorrían mi empapado cuerpo sin pudor alguno. Sus labios descendieron
por mi cuello y su lengua realizo varios círculos sobre mis endurecidos
pezones. Mi corazón palpitaba tan fuerte que podía escucharlo. Con sus dedos
acaricio mi clítoris para luego invadir mi coño. Se me escapo un gemido y todo
a mí alrededor pareció desvanecerse. Recordé a Steve y como deseaba que
estuviera ahí conmigo, lamiéndome, tocándome, haciéndome suya. Samuel se detuvo
abruptamente y entre en pánico. No podía haber descubierto mi treta. Se aparto
de mi algo alterando. Su polla estaba dura y parecía querer estallar debajo de
su pantaloneta. Llevo sus manos a la cabeza y se disculpo por su
comportamiento. No podía permitir que flaqueara, menos estando a unos minutos de lograrlo. Me
arroje a sus brazos y comencé a besarlo con total desenfreno. Demasiado para alguien
de mi edad; pero no tenía otra salida. El me correspondió pero aun se notaba
reacio a continuar.
No
puedo hacer esto Hope. Eres una niña. Me dijo muy apenado.
Te
amo Samuel. Siempre te he amado. Ahora que vas a marcharte, que tal vez no te
vuelva a ver; por favor no me niegues la oportunidad de darle al hombre que amo
mi tesoro más preciado.
Que mofa, casi me rio en su cara pero tenía
que jugármela. Si creía que lo amaba tendría más sentido que quisiera perder mi
virginidad con él y sin reparar en las consecuencias. Le repetí que lo amaba una
y otra vez sin dejar de besarlo y se aferro a mi cuerpo con fuerza. Me llevo
fuera de la cocina, de regreso al patio y tendió su camiseta sobre el césped,
antes de posarme en ella. Me contemplaba como si aun no creyera que en verdad
se iba a atrever a hacerlo; pero no le permití mucho tiempo de reflexión y lo
bese de nuevo. Se retiro la pantaloneta y su polla se elevo como un mástil.
Empezó a recorrerme de nuevo con su tibia y húmeda lengua; desde el cuello hasta mi ombligo. Encontró mi
clítoris y comenzó a acariciarlo con ella realizando movimientos circulares.
Primero lento y luego aumentando la intensidad. Se sentía tan bien, tan delicioso, un poco sucio pero a la vez tan normal.
Por instinto sostuve su cabeza entre mis piernas con fuerza, mientras sus manos
estrujaban mis senos y jugaban con mis pezones. No sé cuanto tiempo en realidad
trascurrió; pero por un instante creí que el mismo
se había detenido y ya nada mas importaba.
Samuel abandono la tortura que su
lengua le producía a mi clitoris y regreso a mis labios. Introdujo su lengua en mi boca de
una forma que solo podría describir como impúdica y por primera vez supe a que
sabia mi coño y comprendí el por que hace unos momentos el parecía querer
devorarlo. Nuestra respiración se agito al unísono y los dos nos quedamos
inmóviles y sin aliento. Luego como si en realidad creyera que aun podía dar
marcha atrás me pregunto.
¿Estas segura?
Te amo Samuel y
esto es lo que más deseo. Asegure sin la menor duda.
Me beso de nuevo, incluso con más fogosidad. Movió su boca hasta el
lóbulo de mi oreja y sentí un fuerte mordisco; al mismo tiempo que su polla
invadía mi coño sin miramientos. Enterré las uñas en su espalda como un reflejo
y si bien me dolió no fue lo suficiente como para gritar. Samuel se quedo quieto unos segundos,
mirándome, esperando mi reacción y luego comenzó a moverse lentamente, metiendo
cada vez más profundo su polla en mi coño. Minutos después ya no sentía dolor,
solo una opresión, como si el vacío que tenía en mi interior se hubiese llenado
y al fin me sintiera completa. Samuel no cambio de posición y continúo con el
misionero, abriéndome más las piernas para que la penetración le resultara más
sencilla y más profunda. No dejaba de
besarme los labios, la frente, los ojos y todo el rostro realmente absorto en
lo que hacía y al parecer lo disfrutaba mucho. Solo después de varios minutos
el dolor se desvaneció y comencé a disfrutarlo si bien no tanto como el.
El roce mientras
su polla entraba y salía de mi coño me incito a gemir y eso lo excito mucho
más. Sonrió complacido y aumento la intensidad. Luego se detuvo en seco y
comenzó a penetrarme de nuevo empujando su polla hasta el fondo de mi coño esta vez haciéndome gritar. No sé exactamente cuándo duro todo, en realidad no importaba
mucho, solo era relevante la sensación. Después lo vi aumentar la intensidad
mucho más y su rostro se puso rojo. Comenzó a sudar y a bañar con su humedad
todo mi cuerpo. Enterré mis uñas en su espalda de nuevo y mis gemidos se entre
mezclaban con mis gritos, hasta que finalmente retiro su polla con rapidez y se
corrió sobre mi vientre.
Samuel cayo de bruces sobre el césped casi sin aire y nos quedamos en
silencio unos minutos. Los dos confiados en que el alboroto que ocasionamos no
hubiese sido advertido por Silvia. Nada parecía dar la impresión de ello. Samuel
confirmo haberlo disfrutado y me pregunto cómo me sentía. Le asegurè que bien
pero algo adolorida. Sonrió de nuevo esta vez con un dejo de ternura y me beso
con delicadeza. Me ayudo a incorporarme y sentí como un líquido abandonaba mi
coño. Samuel lo vio mojar su camiseta, se apresuro a la cocina y me trajo unos
paños para que me limpiara. La sangre no era mucha; pero si lo suficiente como para
confirmarle si es que aun tenía dudas; que él había sido el primero. Me dijo
que la primera vez solía ser para muchos algo decepcionante, por eso tendríamos que hacerlo varias veces antes de
que le agarrara el gusto. Baje la mirada fingiendo vergüenza y él me abrazo con
fuerza. Me beso otra vez, acaricio mi rostro y mi cabello. Me contempló casi
absorto durante un instante que me resulto eterno y descubrí en sus ojos un brillo que no tenían antes. De la impresión me
recorrió un escalofrío pero ya era muy tarde para retornar.
Ahora solo podía pensar en Steve y en lo cerca que estaba de satisfacer
mi capricho. El segundo escalón de una corta pero sustancial escalera; cuya cima
planeaba alcanzar al cumplir la mayoría de edad. Por desgracia Samuel tenía
razón; yo era una niña y pese a que cada paso que di hasta el momento lo tenía muy bien planeado,
mucho después descubriría que existen factores que nunca podré controlar y
uno de ellos es la causalidad. Siempre que hay una causa se gesta un efecto y
el efecto que esa noche produjo en Samuel me estallaría en la cara en el
momento menos indicado.