sábado, 7 de mayo de 2016

ENTRANDO AL RUEDO CON MI PRIMER POLVO.

Luego de perfeccionar las técnicas de auto complacencia o masturbación como quieran llamarle; conseguí mi primer orgasmo y decidí que era el momento de pasar al siguiente nivel. Tenía claro que Steve Daniels jamás me tocaría por su propia voluntad; por lo que tendría que sonsacarlo. Era algo que debía planear con cuidado y pretendía disfrutarlo al máximo por lo tanto mi virginidad debía desaparecer.

Me gustaban otros chicos de mi edad y un poco mayores; pero ninguno como Steve; aun así me gustaban lo suficiente como para encomendarles esta importante tarea. Por desgracia era muy joven e intimar con alguien menor de edad era un delito severamente castigado de hacerse público; factor con el que contaba pero que en ese momento dificultaba mis intereses. Hice una lista de posibles prospectos y fui descartándolos conforme a su reputación. Recuerden que mi imagen pública debía permanecer intacta por lo que el elegido debía guardar el secreto y no delatarme con sus amigos. En el momento menos esperado vino a mí el indicado. Un chico de 17 años, casi nerd, muy guapo y considerado de nombre Samuel; su padre consiguió un ascenso y debían mudarse a una ciudad vecina dentro de poco. Yo le gustaba pero mi edad era un problema que no pasaría fácilmente por alto; considerando que era el hermano mayor de una amiga contemporánea. Más no tenía tiempo que perder así que ataque con todo.

Me las ingenie para ser invitada a su casa a pasar el fin de semana y de paso estudiar con su hermana y puse en práctica lo que había aprendido hasta el momento. No a todos los hombres les gusta lo obvio; hay quienes prefieren tener el control, seducir y no ser seducidos y las mujeres seguras de sí misma  y de su sexualidad los espantan…Samuel era uno de ellos, según me contó Silvia; su hermano tenía cierta experiencia tras haberse involucrado con una viuda a la que le realizaba los mandados. Relacion que su madre se encargo de cortar de tajo en cuanto lo descubrio. Eso era suficiente para mí. Luego de ducharme y sin secarme me puse una bata larga y amplia que no demarcaba mi figura pero que al ser tocada por el viento se adhería a mi cuerpo haciendo evidente que no llevaba ropa interior debajo. Ya acomodada en el jardín, le pedí ayudarnos a Silvia y a mí a trasladar nuestro trabajo del papel a una presentación en Power Point.  El se mostró muy colaborador y yo aproveche que Silvia fue por algo de comer para soltarme el cabello y masajear mi cuello como si me doliera. La brisa nos golpeo con fuerza y la batola se pego a mi cuerpo resaltando mis endurecidos pezones. Samuel se quedo mirándome algo indeciso mientras yo no apartaba la vista de la pantalla del computador, sin dejar de sobar mi cuello y como si no lo hubiese notado. Escuche como respiro hondo y trago saliva; antes de continuar con lo que hacía. Al poco rato gotas de agua se desprendieron de mi cuerpo y cayeron sobre el teclado.

                ¿Tienes calor? Me pregunto con cierto interès.
                Estoy mojada. Respondí sutilmente como si desconociera la implicación tras esa frase.

Samuel sonrió y yo me quede impávida. Silvia regreso con el refrigerio y todo continuo como si nada. Cuando al fin terminamos el trabajo, nos contamos historias divertidas, reímos e indagamos más uno del otro. Dijo tener problemas con su novia, ella no entendía por que debía marcharse con su padre estando próximo a terminar la secundaria; e ingresar a la universidad. No parecía apoyarlo y eso lo había desconcertado. Pidió mi opinión y le asegure que si bien yo tampoco estaría de acuerdo con separarme del hombre que amaba…haría todo lo que  fuera necesario para que sus últimos días a mi lado; le resultaran inolvidables. Se sonrojo y me sonrió con cierta malicia. Sin embargo la duda en sus ojos confirmaba que aun me veía como una niña, algo que tendría que cambiar si quería ganar.

Pasaban de la 11 de la noche cuando escuche a Samuel salir de su cuarto y bajar a la cocina. Con sigilo abandone mi habitación y fui hacia la piscina. Me quite la bata, la arroje al agua e ingrese desnuda a la piscina. Lance una pequeña piedra sobre la ventana de la cocina y vi su sombra dirigirse hasta ella. Nade hacia el costado de la piscina y abandone el agua, di varios pasos mirando a mi alrededor dando a entender que había olvidado traer una toalla. Me cubrí con los brazos y camine con precaución hacia la puerta de la cocina. Samuel la abrió de golpe y me detuve en seco. Me recorrió con la mirada de arriba hacia abajo expulsando fuego por sus ojos; mientras se quitaba la camiseta.

Estaba ardiendo. Dije como una disculpa.
            Igual yo. Me respondió y se abalanzo sobre mí.

El beso se hizo intenso y más sucio a la vez que sus manos recorrían mi empapado cuerpo sin pudor alguno. Sus labios descendieron por mi cuello y su lengua realizo varios círculos sobre mis endurecidos pezones. Mi corazón palpitaba tan fuerte que podía escucharlo. Con sus dedos acaricio mi clítoris para luego invadir mi coño. Se me escapo un gemido y todo a mí alrededor pareció desvanecerse. Recordé a Steve y como deseaba que estuviera ahí conmigo, lamiéndome, tocándome, haciéndome suya. Samuel se detuvo abruptamente y entre en pánico. No podía haber descubierto mi treta. Se aparto de mi algo alterando. Su polla estaba dura y parecía querer estallar debajo de su pantaloneta. Llevo sus manos a la cabeza y se disculpo por su comportamiento. No podía permitir que flaqueara, menos estando a unos minutos de lograrlo. Me arroje a sus brazos y comencé a besarlo con total desenfreno. Demasiado para alguien de mi edad; pero no tenía otra salida. El me correspondió pero aun se notaba reacio a continuar.

                No puedo hacer esto Hope. Eres una niña. Me dijo muy apenado.
                Te amo Samuel. Siempre te he amado. Ahora que vas a marcharte, que tal vez no te vuelva a ver; por favor no me niegues la oportunidad de darle al hombre que amo mi tesoro más preciado.

Que mofa, casi me rio en su cara pero tenía que jugármela. Si creía que lo amaba tendría más sentido que quisiera perder mi virginidad con él y sin reparar en las consecuencias. Le repetí que lo amaba una y otra vez sin dejar de besarlo y se aferro a mi cuerpo con fuerza. Me llevo fuera de la cocina, de regreso al patio y tendió su camiseta sobre el césped, antes de posarme en ella. Me contemplaba como si aun no creyera que en verdad se iba a atrever a hacerlo; pero no le permití mucho tiempo de reflexión y lo bese de nuevo. Se retiro la pantaloneta y su polla se elevo como un mástil. Empezó a recorrerme de nuevo con su tibia y húmeda lengua; desde el cuello hasta mi ombligo. Encontró mi clítoris y comenzó a acariciarlo con ella realizando movimientos circulares. Primero lento y luego aumentando la intensidad. Se sentía tan bien, tan delicioso, un poco sucio pero a la vez tan normal. Por instinto sostuve su cabeza entre mis piernas con fuerza, mientras sus manos estrujaban mis senos y jugaban con mis pezones. No sé cuanto tiempo en realidad trascurrió; pero por un instante creí que el mismo se había detenido y ya nada mas importaba.

Samuel abandono la tortura que su lengua le producía a mi clitoris y regreso a mis labios. Introdujo su lengua en mi boca de una forma que solo podría describir como impúdica y por primera vez supe a que sabia mi coño y comprendí el por que hace unos momentos el parecía querer devorarlo. Nuestra respiración se agito al unísono y los dos nos quedamos inmóviles y sin aliento. Luego como si en realidad creyera que aun podía dar marcha atrás me pregunto.

                ¿Estas segura?
                Te amo Samuel y esto es lo que más deseo. Asegure sin la menor duda.

Me beso de nuevo, incluso con más fogosidad. Movió su boca hasta el lóbulo de mi oreja y sentí un fuerte mordisco; al mismo tiempo que su polla invadía mi coño sin miramientos. Enterré las uñas en su espalda como un reflejo y si bien me dolió no fue lo suficiente como para gritar. Samuel se quedo quieto unos segundos, mirándome, esperando mi reacción y luego comenzó a moverse lentamente, metiendo cada vez más profundo su polla en mi coño. Minutos después ya no sentía dolor, solo una opresión, como si el vacío que tenía en mi interior se hubiese llenado y al fin me sintiera completa. Samuel no cambio de posición y continúo con el misionero, abriéndome más las piernas para que la penetración le resultara más sencilla y más profunda.  No dejaba de besarme los labios, la frente, los ojos y todo el rostro realmente absorto en lo que hacía y al parecer lo disfrutaba mucho. Solo después de varios minutos el dolor se desvaneció y comencé a disfrutarlo si bien no tanto como el. 

El roce mientras su polla entraba y salía de mi coño me incito a gemir y eso lo excito mucho más. Sonrió complacido y aumento la intensidad. Luego se detuvo en seco y comenzó a penetrarme de nuevo empujando su polla hasta el fondo de mi coño esta vez haciéndome gritar. No sé exactamente cuándo duro todo, en realidad no importaba mucho, solo era relevante la sensación. Después lo vi aumentar la intensidad mucho más y su rostro se puso rojo. Comenzó a sudar y a bañar con su humedad todo mi cuerpo. Enterré mis uñas en su espalda de nuevo y mis gemidos se entre mezclaban con mis gritos, hasta que finalmente retiro su polla con rapidez y se corrió sobre mi vientre.

Samuel cayo de bruces sobre el césped casi sin aire y nos quedamos en silencio unos minutos. Los dos confiados en que el alboroto que ocasionamos no hubiese sido advertido por Silvia. Nada parecía dar la impresión de ello. Samuel confirmo haberlo disfrutado y me pregunto cómo me sentía. Le asegurè que bien pero algo adolorida. Sonrió de nuevo esta vez con un dejo de ternura y me beso con delicadeza. Me ayudo a incorporarme y sentí como un líquido abandonaba mi coño. Samuel lo vio mojar su camiseta, se apresuro a la cocina y me trajo unos paños para que me limpiara. La sangre no era mucha; pero si lo suficiente como para confirmarle si es que aun tenía dudas; que él había sido el primero. Me dijo que la primera vez solía ser para muchos algo decepcionante, por eso  tendríamos que hacerlo varias veces antes de que le agarrara el gusto. Baje la mirada fingiendo vergüenza y él me abrazo con fuerza. Me beso otra vez, acaricio mi rostro y mi cabello. Me contempló casi absorto durante un instante que me resulto eterno y descubrí en sus ojos un brillo que no tenían antes. De la impresión me recorrió un escalofrío pero ya era muy tarde para retornar.

Ahora solo podía pensar en Steve y en lo cerca que estaba de satisfacer mi capricho. El segundo escalón de una corta pero sustancial escalera; cuya cima planeaba alcanzar al cumplir la mayoría de edad. Por desgracia Samuel tenía razón; yo era una niña y pese a que cada paso que di hasta el momento lo tenía muy bien planeado, mucho después descubriría que existen factores que nunca podré controlar y uno de ellos es la causalidad. Siempre que hay una causa se gesta un efecto y el efecto que esa noche produjo en Samuel me estallaría en la cara en el momento menos indicado.



domingo, 1 de mayo de 2016

EL DESPERTAR DEL DESEO

Siempre me gustaron los hombres mayores, hay algo en ellos que los hace una presa apetecible, ademas de fácil. Desde que tenia 14 años comencé a fantasear con un amigo de mi abuelo, atendia el jardìn y limpiaba la piscina de su casa  y siempre me las ingeniaba para estar ese dia en casa del abuelo tomando el sol mientras èl realizaba esta labor. No era que èl necesitara el dinero, lo hacia por gusto como una forma de pagarle a mi abuelo el que le salvara la vida cuando sirvieron juntos en la guerra del golfo. 

Cada vez que frotaba el bloqueador sobre mi cuerpo sentía su mirada recorrerme con lascivia de la misma forma en que el sol calentaba mi piel. La sola idea era fascinante y me divertía ver como su rostro cambiaba de color. No tenia la menor duda de a esa fecha haber protagonizado ya un buen numero de sus mas retorcidas fantasias sexuales; pero el no se atrevería a tocarme jamas, como dije era el mejor amigo de mi abuelo y aunque tenia 54 años, el cabello con algunas canas y un indicio de panza; se notaba atractivo, fuerte y entero. Por supuesto que de querer me aguantaría una dura faena de sexo pervertido, sin embargo no podía ser tan obvia con èl; podría alertarlo o peor espantarlo por lo que no iba a sumergirme en esas aguas todavía. 

La internet te da la posibilidad de saber de primera mano todo lo que desconoces y si bien mucha de mis amigas ya no eran vírgenes sus experiencias no eran algo que deseara emular. Quería ingresar a ese mundo con calma, disfrutando de cada experiencia con todos mis sentidos y concluí que el mejor punto de arranque seria la auto complacencia. Aprendí todo lo que pude sobre la teoría y un fin de semana, de paseo con un grupo de amigos decidí ponerlo en practica. 

Pasaban de la medianoche y compartía la recamara con Cindy Law, una pelirroja pecosa altanera e hiperactiva que cayo sobre la cama fundida por el cansancio. Me retire el cobertor y la pijama quedándome solo con las diminutas bragas de encaje color vino tinto que mi primo Paul me regalo como una broma. Comencé a imaginar en mi mente el escenario en donde todo se desarrollaría y la primera imagen fue la del viejo Steve utilizando su recogedor para retirar las hojas secas de la piscina. Me miraba con tanto ardor que una corriente me recorrio el cuerpo y descendió hasta el interior de mi vagina. Me humedeció los labios con la lengua, mientras mis manos bajaban lentamente hasta posarse sobre mis pezones. Anhele a Steve caminado hacia mi, soltando el  recogedor com ímpetu e incandose frente a mi silla reclinada para luego retirarme de un tirón el sujetador de mi traje de baño. Podia sentir el calor de sus manos estrujando mis pechos y a su lengua mordiendo y chupando mis pezones ya endurecidos. La recamara y Cindy a mi lado dejaron de existir y lo único que primaba en mi era esa sensación de gozo y placer.

Mis manos alcanzaron mis bragas apartándolas hacia un costado y mis dedos juguetearon con mi clitoris de la misma forma en la que confiaba Steve lo haría en un futuro no muy lejano. Abrí las piernas por instinto y deslice mis dedos al interior de mi coño. Tan apretado, tan húmedo, tan tibio deseando llenarlo con algo mucho mas grande. Me saboreaba pensando en la lengua de Steve recorriendome, invadiendo esa humedad que el mismo provocara. Alternándola con sus dedos, entrando y saliendo, entrando y saliendo una y otra vez con màs y mas fuerza. Me escuche gemir con fuerza, tan alto que Cindy pudo despertarse pero no me importaba, no quería parar, no quería que el parara, me miro ahora con satisfacción porque sabia que me tenia, que haría lo que fuera para complacerlo. escuche su voz susurrar...

            Quiero follarte.
            Si, hazlo...follame.

Le respondí casi sin aliento, mientras mis dedos los cuales deseaba que fueran suyos continuaban penetrando mi coño sin piedad. Luego grite y sentía que la humedad era mayor, abandonaba mi vagina y mojaba mis dedos. Imagine que Steve los llevaba a su boca y los lamia como a un dulce para degustar mi esencia. Reí a carcajadas mientras mi respiración se sentía aun agitada. Cindy despertó con el alboroto y me pregunto que sucedía, yo me limite a decir que habia tenido un sueño muy vivido y ella se arropo de nuevo.

Me acomode las bragas y deje que la humedad las emparara como una promesa...Steve Daniel iba a follarme antes de que cumpliera los 15 años y se sentiría tan culpable por traicionar la confianza de mi abuelo que me daría a cambio todo lo que yo quisiera...para su desgracia lo que yo quería era su polla dentro de mi por lo que tenerme tarde o temprano seria su fin.

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