sábado, 2 de julio de 2016

LA PRIMERA DE MUCHAS NOCHES DE IMPUDICO SEXO CON STEVE DANIELS



Samuel me instruyo muy bien antes de marcharse a la universidad y no solo en el tradicional sexo vagina; también practicamos sexo oral y anal. Hizo lo que pudo para que adquiriera cierto bagaje en la medida de sus posibilidades, sin embargo la experiencia que da los años no se improvisa.  Si ese jovencito había podido otorgarme tanto placer era casi seguro que Steve Daniels me haría tocar el cielo con las manos.

Faltando un par de semanas para mi cumpleaños número 15 convencí a mi madre de dejarme cambiar el color de mi cabello de rubio a castaño oscuro ¿Por qué se preguntarán? Bueno es simple. Luego de analizarlo a conciencia comprendí que el cabello rubio me da una apariencia de muñeca Barbie, deseable y exuberante y en este punto la imagen que buscaba proyectar era la de una niña dulce, ingenua y sobre todo inocente…algo que se me escapaba al ser tan llamativa. Además el cabello oscuro que quitaba un par de años, haciéndome lucir mucho más joven de lo que en realidad era. 

Con este cambio de look, solo faltaba encontrar el momento justo para incitar a Steve. Nunca tuve dudas de que yo le gustaba; sin embargo aparte de ser menor de edad (hecho irrelevante para el considerando que le encantaban las niñas), era el mejor amigo de mi abuelo y conocía a mi padre desde pequeño. Así que pese a que de seguro ya había formado parte de sus más sucias fantasías, no seria tan sencillo que se atreviera a tocarme. Tenía mucho que perder, el prestigio, la libertad e incluso la vida si mi abuelo o mi padre se enteraban. Por ello debía convencerlo de que estar conmigo bien valía la pena el riesgo. 

La esperada oportunidad se presento en el cumpleaños de una vecina de nombre Matilda. Cumplía sus 50 años y quiso celebrarlo con pompa. Era una fiesta de adultos, pero yo estaba presente porque me ofreci a cuidar a sus nietos. pero no fue un gesto de generosidad, ubique la bebida favorita de Steve y sigilosamente deje caer una píldora de éxtasis en su trago, cortesía de Samuel. Uno de los tantos placeres que intento enseñarme, pese a ello las drogas no son lo mio.
A eso de las 11 de la noche mi abuelo y otro vecino llevaron a Steve a su casa y poco después los padres de los nietos de la señora Matilda finalmente llegaron y le dije a mi abuelo que ya me iba a dormir. Tenía permiso de quedarme en su casa. Más tarde acomode un muñeco bajo las sabanas por si acaso pasaba a verme antes de acostarse y me escabullí por la puerta trasera hasta la casa de Steve, cuyos patios colindaban. Lo encontré tendido sobre el sofá de la sala. Abrí sus parpados y estaba completamente ido. Lo golpee en el rostro varias veces hasta que abrió los ojos; pero no podía coordinar sus movimientos con facilidad. Le dije que mi abuelo me había pedido que le diera un vistazo y lo ayude a llegar a su cuarto. Lo deposite en su cama y comencé a desvestirlo, supuestamente para que se pusiera su ropa de dormir. Lo hice de tal forma que mis manos rozaran su pecho descubierto, su ingle e incluso su polla aunque dando la impresión de ser accidental. Yo solo vestía un diminuto pijama y me las ingenie para que cayéramos sobre la cama y uno de mis senos se saliera de ella y le golpeara la cara. En cuestión de segundos pude sentir debajo de mí como su polla se ponía dura. Fingí intentar levantarme de la cama y roce sus labios con los míos. 
Steve comenzó a besarme de la forma más lasciva que me habían besado hasta ese momento y yo le seguí la corriente. Sus manos acariciaron mis pechos y sus dedos aprisionaron mis pezones. Su polla se sentía aun más dura, mientras su lengua descendía por mi cuello, mi vientre y se hundía agónicamente entre mis piernas. Corrió mi panty hacia un lado y pude sentir su lengua húmeda y caliente juguetear con mi clítoris, luego adentrarse en mi vagina con dureza. Yo ya no gemía, gritaba y me saboreaba completamente enajenada, como si una fuerza invisible me obligara a desprenderme de mi cuerpo. Sostuve su cabeza contra mi coño con fuerza y lo obligue a continuar lamiéndome y chupándome hasta que finalmente me corrí en su boca.

Sus labios aun chorreaban con mi jugo cuando me beso con absoluto deseo y sentí un fuerte punzón cuando su enorme polla me penetro sin miramientos. Enterré mis uñas en su espalda y le mordí los labios mientras el embestía dentro de mí con todas sus fuerzas. El sexo fue tan intenso que me pareció que follamos por horas, finalmente se corrió dentro de mí y cayo rendido apoyando su rostro sobre mis senos.
Al amanecer me desperté primero, organice la treta y lo deje en la misma posición. Él lo hizo poco después, exhalo un suspiro de impresión, el aire rebotó sobre mi pezón y me moví. El se incorporo de un salto, estaba desnudo y yo también por lo que su expresión era de pavor. Le tomo varios segundos aclarar su mente y comprender lo que había sucedido. 

                ¿Lo hice mal? Le pregunte como toda una mojigata y con una carita de ángel.

No se atrevió a responderme, era claro que no recordaba todo, pero recordaba algo y eso era suficiente para aclarar sus dudas. 

                Debes irte. Me dijo muy serio.
               ¿Pensé que te habia gustado? Le dije con la misma carita y me levante de la cama. La mancha de sangre ya estaba seca. Al igual que la que Steve tenía sobre su polla. 

El pavor regreso a sus ojos al creer que había sido el primero, que él me había desvirgado y contaba con eso para conseguir todo lo que quería de él (la sangre la recicle de unos filetes de res que tenia mi abuelo, pero el no tenia como saberlo). Me puse el pijama de nuevo y recogí las sabanas, iba a llevarlas a la lavadora pero él me detuvo e insistió en que regresara a casa del abuelo. Solté las sabanas sobre la cama y le hice caso. No lo vi durante varios días, no se apareció por casa del abuelo y según este me dijo, había viajado a visitar a su hijo en Nueva York. Yo seguí con el plan y tampoco hice ningún intento por contactarlo, ni siquiera cuando regreso. Me lo tope una tarde recogiendo las hojas secas de la piscina de mi abuelo. Nuestras miradas se cruzaron y yo baje la mía en señal de vergüenza. Así pasaron casi dos semanas desde nuestro encuentro sexual y me las ingenie para que cada vez que nos encontráramos me viera lo más deprimida, triste y lastimera posible. 

Finalmente sus fuerzas y el sentido comùn lo abandonaron y se me acerco una mañana que convenientemente pase a dejarle unos víveres a mi abuelo. Aprovechando que estábamos solos me pidió que lo perdonara y le dije con total rudeza.

                ¿Por desvirgarme o por no dirigirme la palabra después de hacerlo? Un destello de ternura se percibió en su mirada y tomo una de mis manos con delicadeza.
Lamento haberlo hecho tan mal y no estar a la altura. Asegure soltando mi mano.
No fue así. Lo que hicimos nunca debió pasar. Respondió el  tomándome por la cintura.
Entonces suéltame y déjame ir. Le dije  en tono desafiante.
No puedo. No hago otra cosa que pensar en ti, que desearte. Aseguro y su lengua lujuriosa invadio mi boca, luego me empujò contra la puerta de la cocina.

Su mano se deslizo dentro de mi ingle acariciando mi clítoris. Sus dedos se escurrieron dentro de mi coño y pudo sentir como mi jugo los mojaba casi al instante. Sonrió complacido por el efecto que había causado en mí. Bajo su bragueta y libero su endurecida polla. Me apoyo sobre el meson de la cocina. Despues me penetro como poseído, meciéndose màs y màs fuerte y mientras me miraba como si aun no pudiera creerlo me dijo.

                Eres mía. Voy a enseñarte todo lo que se y hacerte gozar como ningun otro jamas lo harà.
                !Oh sí! Le respondí mientras me corría.
                 

2 comentarios:

  1. Yo creia ser la reina de la manipulacion, pero me quito el sombrero metaforicamente; me has superado. Eres pura manipulacion.

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  2. Esto es maquiavelico niña, me muero por saber como termina

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